SIBILA Y HADA MAYOR DE LA RIBEIRA SACRA

 

 

Cuando el Sil, el verdadero padre natural de la Ribeira Sacra. llega a las tierras de Quiroga, Él, que nunca tuvo relaciones carnales con nadie aunque muchas mozas se hubieran desnudado y entregado en sus brazos para apagar su lujurioso juego de pasión que se acrecentaba con el caluroso estío, las vio como unas aureanas que querían coger ese oro que es la dulzura encantadora de sus aguas. No sentía nada por ellas, pero si, que cuando llegó a Montefurado, vio como una prominencia montañosa, una singular elevación orográfica, delicadamente, metía sus descalzos pies en su cuerpo, Buscaba compartir con ese su lecho, pero la corriente del agua veía como imposible el llegar a tener una relación sexual con la que le recordaba a su misma madre, aquella que quedó en la Cueca. Mas heme aquí que no esperaba el legendario río, que unos hombres, los romanos, le iban a servir de celestinos interesados.. Como sabía muy bien que ese pueblo de los descendientes de Numítor eran muy materialistas, este viajero les enseñó su talego lleno de relucientes pepitas de oro, riqueza que le habían ido entregando a este bello Apolo del agua otras jovencitas corrientes que trabajaron como esforzadas mineras, para que luego, por conseguir unos breves momentos de placer, entregárselos al Sil. Él, es verdad, se acostó con ellas sin sentir amor, pero encandilado por esos tesoros que le ofrecían, les seguían regalando muy interesadamente sus atenciones. Gracias a todo esto, aquel que en un principio era un pobre carbonero berciano y un sufrido regador campesino ahora es un auténtico señor que lleva en su equipaje ingente cantidad de metal precioso. Como bien sabemos, el dinero hay que gastarlo cuando llega el momento, y eso piensa el Sil cuando ve a su amor, la montaña, y a los romanos que le pueden ayudar a lograrla.

No necesitaría hablar en latín, ni siquiera soltar con su lengua de agua palabra alguna. Los imperialistas comprendieron la atracción mútua que sentía esa pareja de enamorados y, como una de las partes es el que está llamado a ser el padre de esta zona, reflejaba sobre su cuerpo lo que guardaba en sus entrañas. Prestos decidieron facilitar la intima relación.

Como si fueran los mejores ginecólogos modifican el curso del río y fuerzan, quizás, con cierta pasiva resistencia, a que la montaña abra sus piernas entre el falo de agua del Sil. Indescriptible sería cuando por primera vez el río y elevación se funden en amorosa eyaculación. Ni que decir tiene que tanto le gustó al Sil tal carnal relación que, desde aquel día lleva permanentemente dando muestras de que es el ser más viril que existe, pues no cansa de vaciar todo su semen de agua en el monte. e incluso, cuando viene crecido, le sobra para rebosar encima de su lecho antiguo . Los romanos, en tanto, seguían cogiendo pepitas y pepitas en cantidades ingentes de oro que ellos también, como nuestro admirado Sil, malgastarían en sus placeres allá en las Siete Colinas, pero muchas de aquellas "puellas gaditanas" o robustas y saludables mozas, bárbaras, terminarían rompiendo su "monte" de poder y descuartizando su imperio. Las de ellos, como eran interesadas relaciones no pervivieron, pero el Sil es un ejemplo único en el mundo: Unión viva entre una montaña y un poderoso rio.

Pasarían los años y posiblemente el mismo San Martiño quedó perplejo ante los dos. que. día y noche no cesan de hacer el amor. Más tarde, en el siglo XVIII, o un poco antes, el mismo San Miguel, el protector de la Santa Iglesia, decide que no es justo que ante los ojos de unos cristianos se dé esta situación, y dijo. que le levantaran frente a ellos un templo pero con la condición de que habían de contraer santo matrimonio. Como ya estaban tan unidos dijeron que no tenían inconveniente en la realización de tal ceremonia y que la fecha debía ser en cualquier día de primavera para que el vestido de novia fuera todo albo. Extrañose San Miguel, pero pronto un cerezo agitó sus dedos en forma de hoja y, al momento, el buen arcángel comprendió que serían ellos, los encantadores cerezos, quienes con sus flores tejerían la vestimenta. La tiara de la contrayente se la hizo en regalo un señor feudal que mandó a unos orfebres que, artesanalmente, le prepararan para tan bellísima cabeza, una corona de piedras preciosas extraordinaria, la que con el tiempo se llamó por estos pagos de Quiroga, Torre Vella, y que, como la montañita es tan humilde y modesta, al poco de terminada la ceremonia, quiso que se la quitaran de sus sienes, pues no busca ostentación, sólo permitir que, como recuerdo de tan señera data, los cerezos por abril la cubran con sus pétalos blancos. El ramo fue de azahar y amarillo de los tojos. ¡Qué bellezal. El novio vestía un frac hermoso. Los padrinos de tan singulares ceremonias fueron: Valdeorras, (por parte del contrayente masculino), porque siempre fue como un familiar muy directo, y lo quería enormemente, ya que sería como un gallego más.. Por la familia de la fémina resulta excusado pensar en otro, pues el que tenía todo el legítimo derecho era Cabeza de Manzaneda.

Valle de Valdeorras y altura de Galicia, bien eran las mejores para dar el brazo a esta enamorada pareja que, aunque de paso sea dicho, y sin que nadie nos oiga, (ya que nada más que a ti te lo cuento lector), no cesaron de hacer el amor en ningún momento.

Las arras fueron, como era normal, monedas de oro del mejor y las llevó en su pico uno de los muchos cuervos que por aquí habitan, La cola del vestido de la novia era sustentada por unas singulares damas: Las costureras de la leyenda.

La fiesta celebrose al aire libre. Fueron muchos los regalos, innumerable la lista, pues gran cantidad de invitados acudió a tan gran banquete donde no faltaron truchas y anguilas junto con un buen cabrito. Y como no se conocía el vino, leche para facilitar la digestión. Entre los muchos asistentes, había representación de los montes de las tierras orensanas y luguesas , destacando entre ellos unos mozos de las tierras de Caurel, llamados Formiguieros y Pía Páxaros. Un par de ejemplares que encandilaron a Enciñeira, otra montaña de la zona y también a Peña Trevinca , Chandreja, y otras que intentaban bailar con éstos. Es posible que nacieran nuevos amores. San Miguel, quedó fascinado, en la torre de su iglesia , a la que llamón San Miguel de Montefurado. Un día un turista, un curioso de estos que quedan maravillados con los encantos de la Ribeira Sacra, quedó obnubilado al ver que le faltaba una campana a la que es la torre del templo parroquial, comentó con una anciana que encontró en su camino que era una lástima que, siendo una edificación tan grandiosa, era infame tenerla en el abandono de no completar su estructura, ya que teniendo vano para dos bronces solamente se utilizaba uno.

La buena señora, natural de por vida de Montefurado, le dijo, dibujando una sonrisa en su rostro lleno de cicatrices hechas por el invisible cuchillo del tiempo, que bien se notaba que, aún no siendo gallego, por suerte. ambos utilizaban el mismo código lingüístico. El turista, no era de esos alrededores, no obstante, hasta bastantes leguas de distancia bien conocen que aquellos vanos son como los ojos de San Miguel y que uno de ellos, no es que esté ciego, es que los que miramos creemos no ver la niña de la campana. Resulta que la tiene, pero se hace imperceptible porque el santo, en una cómplice actitud, está guiñando el ojo a la pareja de enamorados como bendiciendo y dando por bueno lo que ya un día consagró entregándoles el sacramento del matrimonio por eso ya nadie tiene que alarmarse y ver en su cariñosa actitud sexual animalidad, ya que ellos , Sil y montaña, se enamoraron en una zona bien aislada, alejada de toda población y hasta se escondieron en lo más profundo para que ni los cabezos de los montes los vieran.

 

Ellos no tienen culpa de que luego otras parejas, siguiendo su ejemplo, esas familias quisieran convertirse en anacoretas del amor y de ahí nacieran una serie de aldeas que hoy parecen estar contemplando ese acto. El Sil nos da un ejemplo de amor y también de fecundidad, pues no fue esta una relación estéril y de ella nació una hija: La doncella de Torre Novaes. Después, fruto de ese sentimiento, nació una chica muy bella y hermosa que, de tan extraordinaria belleza que irradiaba, de día eclipsaba al mismo sol y de noche, la luna quería entregarle una pócima maldita para matarla. Esta, como era normal, salió del agua, y. del monte engendró su cuerpo. Al ser de montaña, era tierra de la más pura y limpia, parecía arcilla de la mejor calidad y su interior un auténtico río de sentimientos, por eso cuando vino al mundo el mismo Bibey, íntimo amigo de su padre y experto ginecólogo, fue el que asistió a su madre en el natalicio y quedó asombrado al comprobar que era más bonita que la más inmortal diosa. En un principio, cuando muy niña, jugaba cerca de sus padres que por amor a ella, como prueba de ejemplo, y como la madre está condenada a tener sus pies clavados en el suelo ha de ser el progenitor el que vaya, como seguro pedagogo y muy buen conocedor del mundo, guiando a ésta, aunque eso si, haciéndolo de una forma muy poco impositiva, dejando libertad. Tanto fue así, que un día, un noble de estas orillas señor de un castillo. Torre Novaes, pétreo cernícalo posado en el espolón rocoso de un promontorio que parece brazo del que practica caza de cetrería, encontró a esta pequeña por los lugares cercanos y la llevó sin tan siquiera pedir permiso a su progenitor, pues tienen los hombres soberbios la feísima costumbre de no reconocer a los más grandes, a los que siendo poderosos como el Sil no hacen ostentación de sus innatas cualidades. La niña atraída por la grandeza y la ostentación que se vivía en Torre Novaes, arma que utilizan los embaucadores para encandilar, terminó olvidando sus orígenes, y creyó, o puede que así se lo hicieron creer aquellos señores, que ellos eran sus verdaderos padres, cuando, en realidad, solamente era una pareja que estaba unida por interés. No se amaban y, como no había entre ellos amor nunca Dios les premió con la bendición de tener descendencia.

Según oí comentar a un ciego trovador que pasó cantando y cantando la historia por Montefurado, relato que al escucharlo hizo temblar de tristeza a su madre. Ese cortesano andaba, no siempre, a la caza de jabalíes, corzos y rebecos, piezas que bien le proporcionaban sus clientes serviles y aduladores, Él, a lomos de un caballo que parecía una llamarada de fuego, abrasaba la zona. Como si fuera un perro lebrel le acompañaba un bufón que era un simple esclavo manumitado y en sus correrías buscaba encontrar una pieza como la que halló, la hija del Sil, que no quiero decir ni pronunciar su nombre para no personalizar lo que verdaderamente debe quedar viviendo en la fortaleza de la imaginación. Había visto ejemplares, niñas y muchachas aldeanas, pero a ninguna consideraba, el señor de Torre Novaes, la ideal para llevarla con él a su torre fortaleza.

La chica mientras fue niña vivía como en un sueño y, al estar rodeada de tanta fascinación su vista, (por cierto de ojos muy bellos), resulta que la tenía cegada por el brillo del lujo y no veía que su padre se arrastraba a los pies del torreón donde vivía el ladrón pidiéndole que, por piedad, le devolviera a su mejor tesoro, su hija del alma, y que dejara de usurpar un papel que, por derecho de sangre, no le pertenecía.

El malvado, desde las almenas, reía sarcásticamente y se burlaba viendo al verdadero padre ante sus pies vencido. Siempre estuvo muy atento a que la chica no bajara a bañarse al río. Decía a yayas e institutrices que no era de señorita refinada ir a semejante sitio. Nadie comprendía que fuese, realmente, una excusa burda y tonta para impedir que el ascendiente biológico abrazara a su querida hija.

Con éste, como tenía oro bastante, no le sirviría de nada al Sil enseñarle su talego, de riqueza, como hiciera con los romanos, pues cuando alguna vez lo intentó soltó el dueño de este señorío a sus dogos, una jauría de lobos hambrientos que tenía en sus mazmorras y le quitaron no solo la bolsa sino algún que otro bocado de su cuerpo.

La señora de la Torre parecía indiferente a todo, pues era buena conocedora de que su marido, por querer tener descendencia, hasta no le importaría que ella tuviera amores como el mismísimo río, y por ello, porque sabía que' era ambicioso y malvado comprendía que, exclusivamente, quería utilizar a la muchacha para que el día de mañana su herencia no se perdiera en manos de una orden militar o religiosa. Pero el Sil, que si en bondad no le gana nadie, también a la hora de obrar mal sabe como actuar, Lomprendió que si el otro, ese noble que de nobleza no tenía nada, era un águila o un cuervo maldito, él había de comportarse como un reptil y por eso así lo decidió hacer y buscó y encontró la solución —n el límite entre ese señorío y otro que era propiedad de un abencerraje, un caballero moro que era muy joven y apuesto. Una noche, aprovechando que el jefe sarraceno andaba paseando por las cercanías, le contó sus cuitas y le dijo que solamente él sería el que podría devolverle a su hija, que ahora era una joven muy bella. El moro le aseguró que lo haría sin interés pero que si llegaba a enamorarse de la doncella sería capaz de convertirse al cristianismo y renunciar a su poder casar con ella.

Un buen día envió al señor de Torre Novaes un mensajero que pasó por la zona que le llaman La Barca comunicándole que deseaba venir él en persona a traerle como regalo de pacto de amistad una recua de caballos montaraces que capturó en las tierras orensanas y unos ejemplares de vacas Caldelás. El ambicioso señor, aunque no podía ver a ningún moro, aceptó y, en la data convenida apareció el abencerraje con su cortejo.

En llegados allí fueron recibidos por la dama, el caballero, y la que la imaginación, de quien se trata. Ni más ni menos que de la hija del Sil que ya, aunque no lo sabe su supuesto padre, es en verdad una auténtica anas, una ninfa del agua con figura humana, por eso deslumbra con su belleza sin igual. Por su parte el jefe que todos creen que es descendiente de Bereber, no es más que un héroe que no tiene ascendencia griega pero puede que si púnica, o quizás, por esas raíces cartaginesas, algo fenicio.

Diríamos que representaba aquí,como Crécrops en el Ática,un héroe procedente, no del Nilo, pero si de la cordillera del Atlas. Dio gran esplendor a su territorio y, aunque nadie lo percibiera, visiblemente, también en su ser había, como le pasaba al Sil, un fondo de serpiente que ahora, más que nunca habría de mostrar.

Ambos, chica y mozo, prestos, quedaron prendidos por sus encandiladas miradas en la fuerza del amor , pero, el viejo y astuto noble, como un verdadero zorro, despidió pronto al mancebo, pues comprendió que el fuego del amor se había encendido.

Desde aquel día la chica, contando con la confidencia de su aya, simulando que iba a dar un paseo y aprovechando que su 'padre marchaba, (como un viejo verde que era) a rondar unas aureanas que vivían en un lugar llamado Vilar,a las que también pretendía el señor de Fontei.; la joven,con el pretexto de ir a por agua, iba junto a ese descendiente del dios Aqueloo, el Sil, sin acordarse de que era realmente su padre. El buen río, en sus brazos dulcemente, al otro lado la pasaba para encontrarse con su amado. Fue descubierta y entonces el río le propuso que si un día un mar se abrió para ser camino del pueblo israelita oprimido, él iba hacer no ese vial por su superficie, pero si, para que no fueran visibles, por sus entrañas una gran galería y, como el moro era medio serpiente, fácil le sería continuar haciendo un túnel que desembocara en la misma dependencia de la muchacha, poniéndole como condición, solamente verse en su presencia, es decir, que ambos tendrían sus deseados encuentros en la parte de galería correspondiente al río y vivir en esa mansión que les ofrecía. Como dice el refrán, "tanto va el cántaro a la fuente que termina por romper" mas, el señor de Torre Novaes, sabedor de esos amores, como cruel tirano mandó que cuando ambos estuvieran en su nido de amor les tapiaran las respectivas entradas y salidas.

Bien dejó patente que no era la chica hija suya., pues si lo fuese no obraría de semejante manera. El viejo malvado esperaba con está criminal actuación dejar ahogados a los enamorados, pero parece que eso mismo era lo que buscaba el Sil, pues así, con él para siempre, quedaron su hija y el que desde entonces fue su yerno. Esperaba el perverso opresor de libertad sentimental de amor ver los cuerpos algún día flotando en el agua yertos, pero por mucho que se asomó a la torre no vio este acontecer y si en las noches de Luna podía percibir las caricias de esa pareja y la risa en cachón del Sil que se había vengado. Intentaba , en el fondo del espejo de agua, observar si divisaba y distinguía sus siluetas, para dispararle un venablo de muerte, lo cual no ocurrió.

La señora del castillo murió atormentada por la actitud de su esposo pero con la alegría de ver que aquella joven cautiva de su marido, como un pajarillo que huye de la jaula, había encontrado nuevamente la libertad de la que la habían privado, y ahora, con la gran suerte de poder disfrutar del cariño de su progenitor y un apuesto y joven esposo.

Tan desesperado por encontrarlos estaba que, un día, puede que atraído por la fuerza hipnótica del río, cayó de la torre, y en los brazos de la dulce corriente se ahogó. El Sil con rabia en sus brazos lo asfixió y luego lejos lo arrojó. Entonces esta ninfa y su héroe sacaron sus cabezas fuera del amparo de su protector, este legendario río, y ella dejó sobre el agua una estela de oro que eran trocitos de aquella melena rubia para que su padre fuera aún mucho más rico y, como hada buena que era, con su hechizo, condenó a aquel castillo,ya sin vida, para siempre convertirlo en un fantasma como aquel déspota amo, y a estar con las cuencas de sus ojos mirando un río al que no ve y aquellos dientes de agresividad violenta, las almenas, arrancadas para siempre. Espectro de piedra, donde seguro, aunque no me lo ha contado la dulce corriente, ahora está encadenado eternamente al espíritu del barón maligno.

Por su culpa una torre nueva fue convertida en el torreón más decrépito y ruinoso, que la historia, generosa, culpa a los invasores franceses de tal horrenda situación, pero el único inculpado debe ser ese aristócrata abusador que robó una hija a su verdadero padre. Ahora, en los momentos crepusculares del tiempo invernal, si alguien pasa por allí sentirá escalofríos al verse envuelto por la densa capa blanca del hada buena. Los nativos dicen que es la bruma del río, pero este escritor asegura que es la gran túnica de la hija del Sil que se enseñorea de esa zona para demostrar que siempre vence el espíritu del bien y que el corazón que sea de pedernal nunca latirá; por eso le digo al viajero que recorre esta zona de la Ribeira Sacra, que no tenga miedo, que esta Sibila no es aquella tebana efigie maligna, pues, desde entonces, la moza buena y bella convirtiose, con su esposo, en los protectores de la entrada oriental de la Ribeira Sacra y, toda es por aquella galería que un día hicieron en el cuerpo de su padre.

Si el Sil es el señor de tan excelsa Ribera, ellos, el mítico héroe agareno y la ninfa de las aguas, lo que hicieron fue propagar sus dotes extraordinarios para hacer de esta zona un lugar de ensueño.

Algo más abajo de Torre Novaes, para condenar al castillo a perder su poder, abrieron los dos una concha grandiosa que ni en el mar más coralino se podía encontrar, y que hoy se conoce como Val de Quiroga pues son dos valvas soldadas por el Sil y abiertas por la magia de esta hada que más que, " Flor de Torre Novaes", es "Flor del agua" . Son las jambas de la puerta de la Ribeira Sacra.

Dentro de esa concha colocó para siempre dos fragmentos de aquel cabello rubio que se convirtieron en oro de vida, y son, en la actualidad, dos hermanas, ya que proceden del mismo ser, Ribas de Sil y Quiroga, perlas que muchos submarinistas de la vida, cuando bajan hasta este fondo, al verlas, también , de ellas se enamoran y, como les resulta imposible llevarlas ya que en otro lugar moririan, han de conformarse con venir a visitarlas y, tantas son las visitas, que termina naciendo el amor por alguna, abandonando su tierrra madre, como el que suscribe, que decidió querer quedarse en esta para disfrutar del goce y brillo fascinante de estas perlas y, muchas veces, ninguno de ellos sabe el origen de una y otra.

Esta hada tendría en el transcurso de los tiempos, parientes, brujitas y meigas, pero aquí en esta entrada la más cercana a nosotros, para mostrarnos que esta tierra es encantada, podemos rememorar las historias y vicisitudes de Filomena Arias de Torbeo, leyenda viva.

Pero vamos a continuar con aquélla, con la que al parecer nadie ya recuerda, porque como si fuera un charquito ha sido evaporado por el sol caluroso de la realidad que se lleva a no sé que sitio la fantasía aunque siempre en la otra luz, la de una hoguera que encienden en cualquier tiempo de invierno, vuelve a verse la leyenda que surge como llamarada viva. Esa dama buena, una ana que no sabemos si con su padre y el moro formaban un trío mágico, decide que aquí crezca una planta que parece también ser fantástica y extraordinaria, se trata de la cepa. Si os cuento cual es su origen, parecerá asombroso pero fue, sencillamente, que la hechicera necesitaba para hacer sus brebajes de algún producto extraordinario y por mucho que buscaba no lo hallaba. Un día, viendo la melena ensortijada de su esposo y la rapidez con que medraba, quedó estupefacta y le pidió que le diera uno de sus cabellos. Luego lo plantó en tierra y a la llegada de la primavera le comenzaron a salir sarmientos y pámpanos del cabello a aquel tronco que por eso, dado que era rizado, aparece convulsionado retorcido como la­ocóntica figura, quizá recordando de que nace de las entrañas de la tierra por encanto y embrujo. Pronto en esas palmadas expansiones vegetales como si fueran plateles aparecen unas singulares ofrendas, los bellísimos racimos que en vez de decorar como pendientes las orejas de las damas pensó, esa hada, que serían los únicos que podían solucionar el problema de esa imperiosa necesidad y asegurar su pócima sin tener que, como los druidas, ir a boscosidades en busca de esa materia prima. El Sil , que aunque los hombres lo hayan querido poner como juez de los litigios y demarcador de posesiones territoriales, siempre está atento a cualquier posible o potencial eventual discordia, y por ello, como su hija era de tez tan blanca como la más transparente porcelana y su yerno de rostro y cuerpo muy moreno decide que para que nunca hubiera entre ellos rifirrafe por el color de las uvas, interviene, calladamente, para que, desde entonces, los racimos fueran de variedades blanca o negra. Por ello siendo muy diversas los tipos de cepas todos sus frutos están dentro de esas dos tonalidades,

Esta hada maravillosa vio como los sarmientos se multiplicaban y con ello cepas, racimos, y por supuesto las apreciados bayas. Si lo observamos, sin necesidad de profundizar, vemos a simple vista que son las vides de aspecto y forma casi de ofidio y que es normal, pues son ni más ni menos que esquejes de ese héroe con apariencia humana, pero que en el fondo tiene imagen de serpiente, y el mismo Sil, no es más que el tronco retorcido de una extraordinaria cepa que proporciona ese mosto de la vida que es el agua.

Cuando hubo la primera cosecha, aquella bella pitonisa y su esposo enseñaron a los vecinos de esta zona como recogerla, pero sobre todo, les inculcaron que habían de cuidar las cepas y que, desde entonces, si querían tener el elixir de la dicha había que ser viticultores y de este modo, un pueblo de pastores, muy propio en zona de montaña. se vuelca en el tema enológico, actividad que siguen hoy día realizando con el más cuidadoso y sumo esmero.

La pócima que obtuvo esa hada resultó extraordinaria, pues tomada en dosis moderada es el mejor reconstituyente y vigorizador. Si s*e aumenta la proporción, desborda al cuerpo con alegría mitigando dolores y penas. Hasta esta segunda toma la bruja es amable y buena porque no hay abuso, pero cuando ve que el catador confunde su organismo con una cuba, en castigo, la narcotiza y le quita toda la razón haciéndole una marioneta sujeta a los hilos de los brazos de Baco.. Bueno es que todos subamos los dos primeros peldaños, pero el tercero no; seríamos borrachos empedernidos.

Toda la Ribera Sacra se llenó de arbustos trepadores sarmentosos y ella, que asistía a aquelarres con brujitas de otros lugares, conoció a la meiga Sarmiento de Saviñao, que se autodenominaba así. Desde su relación con la de Torre Novaes comprendió que ésta si que era la cepa auténtica y no aquellas a las que se las otorgó Alfonso VII. También conocía a Augas Santas, otra encantadora doncella que estaba en el castillo de Ferreira de Pantón quien animó a Al Malik, sabedora por la hija del Sil de las virtudes del vino, para que llenara los campos de Pantón de viñedos y luego, aprovechando que este moro del que estaba cautiva, marchara al combate, embriagó con mencía a Muni y al león que lo vigilaba. Así, gracias al alcohol, ella escapó junto a su amor Gonzalo. En cuanto a Sarmiento un día, bañándose en el Miño, conoció a un bello Xacio y se casó con 61, pero, arrancándole la promesa de que había de llevar, como ramo de novia, unos injertos de cepas del Sil para que, consumado el matrimonio, ambos los plantasen en las riberas del Miño y se multiplicasen tanto como su descendencia, y así es como, al acudir la de Novaes con el regalo, que sería ese ramillete, deciden que, desde aquel día, Miño y Sil siendo dos, conformen para siempre en estas tierras una única ribera" RIBEIRA SACRA" Ambos ríos, se consagran de por vida a ser en esta zona los más grandes viticultores que, al igual que las hadas, en Los Peares. celebran su particular conciliábulo en donde beben y beben. El mismo Sil dice que, dese ahí, sean sólo uno , y como el Miño es de linaje y estirpe gallego, sea ese nombre el común, en tanto que su más seguro servidor que es el Sil, hasta entrega su nombre de borracho que ya está ror la dicha de vivir en tierra tan encantadora.

La bella de Torre Novaes y su amante procrean sílfides y nereidas. Una herencia de estirpe sin igual, y la iglesia sembró toda esta ribera de cruces levantadas sobre magníficos templos romanos, cenofios, monasterios y conventos que no pretenden anatematismo contra la que no es casquivana ni anabolena sino mirar si algún día. la pueden convertir en real y que deje el mundo fantástico y casi paranormal para hacerla madre superiora de los conventos de la comarca: No dudaron los freires y monjas en transformarse en los mayores defensores de las viñas pero no consiguieron controlar los poderes de esa mágica hada, y más se acrecentaron, pues no pudieron evitar estos religiosos el que terminasen adorando a un mago negro y encantador llamado don Amandi que estableció su dominio en Sober, ni a una rubia doncella brujita de nombre Señorita Mencia que extendía su autoridad por Ferreira de Pantón, Saviñao y Chantada.

Por eso, gracias al Sil y a su hija, la sibila de Torre Novaes, la "RIBEIRA SACRA" es sin igual, pues, con el vino que es especie sacramental, conviven en perfecta armonía lo sacro y lo profano, lo espiritual y el encantamiento con dos singulares riberas,(la real y la fantástica), que sólo son factibles en un lugar tan plural que debe ser patrimonio de la humanidad porque cualquier cosa que busques real, esotérica, paranormal o espiritual, la encontrarás en el néctar divino de sus vinos y, al saborearlos, puedes llegar a entrar en trance y la gente pueda pensar que estás embrujado y lo único que pasa es que estás  emborrachado con las gracias del Sil de cualesquiera de las variedades de sus exquistos y sacros caldos.

Que discurra la vida, que fluya la historia y la imaginación y que la rueda de afilar de Luintra siga sacando más filo a la fantasía, a la rica imaginación, y que por mediados de septiembre las cariátides y atlantes que viven en estos puebtos ribereños, con sus cestos llenos de uvas, canten ese loor al vino que sale por las gargantas Sil-Miño, pero que recuerde la joven sirena podadora que la melena de las cepas es como la de Sansón; nunca se la corte toda para que por primavera vuelva a tenerla, pues en ella radica la magia que heredaron de sus padres la encantadora. Torre Novaes. y su amante el moro brujo de las tierras de Caldelas que unieron sus vidas para ser "alma mater" de una sirena por la que el mar llora, "LA RIBEIRA SACRA", que nunca el piélago verá. porque, siendo de agua, en tierra vivirá,

Así de Opima y fructfera resultó la descendencia que tuvo la hita del Sil; por eso , mientras exista vino vivirá la leyenda y se hará real porque estos caldos son el mayor de los símbolos de la Ribeira Sacra y, como todos sabemos, el vino, nos puede llevar desde la realidad hasta la más grandiosa fantasía porque heredaron las cepas esas mágicas cualidades de la sibila mayor del Sil y, en los genes también lo transmitieron a esos caldos tan variados pero todos con cualidades en común.

 El Sil, con sus historias , leyendas y cuentos, es como un abuelo muy longevo que va, a modo, relatando todo lo que él sabe y que, día a día, va it por esta Ribeira. No sabemos si es fantasía o son vivencias propias y autobiográficas que el río, para quitarse protagonismo, atribuye a otros personajes.

Es el Sil eje dinamizador, vértice de estos angulosos montes, espejo que refleja el cielo y la tierra y médula vertebradora de la Ribeira Sacra que infunde respeto y hasta temor porque es un celoso guardador de muchísimos secretos.

 

Pepe Pol García

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