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CLÍNICA y Museo de Arte Sacro

de las M.M. Clarisas de Monforte

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En muchas ocasiones hablamos del espléndido museo de Arte Sacro de las M.M. Clarisas de Monforte de Lemos, pero, muchas personas se preguntan que destino tuvo durante siglos las dependencias que actualmente albergan las maravillas que conforman el referido museo.

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Pues,  desde la fundación del monasterio de franciscanas descalzas de Monforte, hasta el año 1928, (desde ese año hasta finales de los 70 del siglo XX, era un trastero para uso de la comunidad) dicho lugar fue destinado para enfermería de la comunidad de religiosas que vivían en él. Es más, podemos todavía comprobar como existen las antiguas alacenas  en las paredes de dicha dependencia, que servían para guardar las medicinas, sábanas, y demás útiles necesarios para el cuidado de las monjas que se encontraban enfermas, en cama. Según nos tiene explicado la abadesa, Sor Belén, para cada cama existía una alacena. Las habitaciones con su camas estaban divididas por unas paredes, para mayor intimidad y descanso de las enfermes. Existía un pasillo por el que las monjitas encargadas de cuidar la enfermería accedían a cada habitación, donde prestaban atenciones constantes a sus hermanas religiosas.

Las religiosas solían tener un médico – cirujano para la atención de la comunidad. Por ello, en algunas ocasiones, en escritos antiguos, se hace referencia al médico o cirujano de las clarisas, o incluso al médico o cirujano de la clínica de Sta. Clara.

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Debemos tener en cuenta que el número de religiosas, en siglos pasados, pasaba de las 50. Incluso no nos hace falta alejarnos tanto en el tiempo, pues, a mediados del siglo XX, la comunidad religiosa pasaba de las 50 monjitas.

La fachada del edificio donde se encontraba la enfermería, y que hoy tiene una puerta externa para acceder al museo es de cantería. Sobre las dependencias de la enfermería existía y existe una bella torre donde las monjas pasaban y pasan horas dedicadas al bordado. Esos extraordinarios trabajos manuales, conocidos en toda Galicia por su calidad.

Dicho lateral del edificio fue construido en tiempos de la VII Condesa de Lemos, Dña Catalina de la Cerda y Sandoval, hija del primer Ministro y Valido del Rey Felipe III. Allí profesó como clarisa y estuvo el resto de su vida hasta su fallecimiento. Los famosos VII Condes de Lemos se encuentran enterrados en el panteón condal del monasterio. Hasta hace unas pocas décadas se desconocía el paradero de dicho panteón. Con motivo de unos obras en el interior del monasterio fueron hallados los cuerpos de los VII Condes, amén de otros restos de miembros de la familia condal de Lemos.

Este lateral del edificio, es decir, la fachada referida, esta protegido de las propiedades privadas por medio de una pared de tierra que levantaron las monjas en el siglo XVII para resguardar su propiedad.

GALERIA FOTOGRAFICA DE LAS PINTURAS DEL MUSEO

En dicha pared de tierra todavía podemos ver una puerta enrejada y hoy tapiada por su parte exterior con unos bloques. Hasta hace unas décadas, dicha comunidad tenía derecho de entrada al monasterio por medio de la referida puerta.

La fachada principal del edificio es sencilla, no tiene la calidad de este lateral. ¿Por qué?, pues, por el sencillo motivo que a la muerte de la fundadora no estaba todavía realizada y, a pesar de que Dña Catalina dejaba, claramente especificado que se debía de destinar la cantidad de dineros suficientes para rematar las obras del edificio, los condes sucesores no lo hicieron así. Recortaron enormemente los gastos para financiar la terminación de la obra y, este y no otro, es el motivo de que la fachada principal del edificio sea menos sobria y rica.

GALERIA FOTOGRAFICA DE LAS ESCULTURAS DEL MUSEO 1

La iglesia fue construida en el mismo lugar que ocupa la actual, pero de menores dimensiones. Entre los años 1918-1928 se amplió la misma. La original llegaba, solamente, hasta el actual altar de la Virgen del Carmen.

Ese fue el momento del traslado de la enfermería, pues, aprovechando estas obras, al lado del actual coro, se edificó la nueva enfermería. Así, desde finales de la década de los años 20 del siglo XX, hasta finales de la década de los años 70 del mismo siglo, la antigua enfermería fue destinada a trastero. Al llegar a finales de la década de los años 70, las gestiones de diversas personalidades, entre las que cabe destacar a D. Manuel Chamoso Lamas, D. Manuel Casamar, etc., y el visto bueno de la comunidad, encabezada por la  bien recordada Madre Clara del Santísimo, conllevó que estas dependencias se acondicionaran para acoger y exponer al público, gran parte de las maravillas que los clarisas conservan y protegen desde el siglo XVII.

GALERIA FOTOGRAFICA DE LAS ESCULTURAS DEL MUSEO 2

Si se siguieran las instrucciones de Dña Catalina, se cree que la iglesia estaría situada en un lugar hoy cercado. Se accedemos al interior del patio del monasterio, al fondo se encuentra la puerta de la portería y, unos pocos metros más adelante, el torno, el elemento más utilizado por las religiosas de clausura para comunicarse con la gente del exterior. Pues bien, la pared que está inmediata al torno, en la que se encuentra una puerta que da entrada a la habitación que fue utilizada desde hace muchos tiempo por la “mandadera” de la comunidad y que hoy ubica la oficina del encargado del museo, es la que nos impide observar un pequeño patio que tiene unos bellos arcos  y que, siguiendo la versión actual de la comunidad, era el lugar en el que se iba a edificar la iglesia por deseo de la fundadora. Al final de la referida pared, hallamos otra puerta que, por medio de un pasillo nos comunica con la iglesia.

El muro de cantería que protege la fachada principal del monasterio fue construido en el siglo XVII para conservar, en la mayor medida posible, la clausura de las religiosas. Así, de esta forma, dicha fachada queda resguardada de la zona exterior. Un escudo con dos lobos corona la puerta de entrada a dicho patio que da acceso al torno, a la puerta por donde se sube a la celosía, donde se visitan a las monjitas, al comedor de invitados, donde se celebran las comidas con motivo de algún acontecimiento, etc.

 

textos: felipe aira - jose ramon casanova

  

 

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