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   EL PASADIZO DESDE EL PALACIO CONDAL A LA IGLESIA DE S. VICENTE DEL PINO. SIGLO XVII

 

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La existencia de un pasadizo que comunicaba las dependencias del palacio condal de los titulares del Valle de Lemos con la iglesia de San Vicente del Pino, ha sido comentado, por gran número de personas.

Tal vez la mayor parte de las ocasiones en las que se cita su existencia sea con motivo de referirse a la leyenda más popular e importante de la historia local. Nos referimos, claro está, a la Corona de Fuego (artículo de Felipe Aira). En la Biblioteca virtual de Miguel de Cervantes se puede ver LIBRO "LA CORONA DE FUEGO" (versión distinta de la que todos los monfortinos conocen) y en la Biblioteca Virtual Gallega podemos encontrar integra la obra poética ¡Lenda de horrore! A mitra de ferro ardente

 

El ilustre historiador D. Germán Vázquez, dice en su obra “Historia de Monforte y su tierra de Lemos”, pag. 291:

 

“(…)Como en el relato primitivo, en esta nueva versión de los hechos el final es igualmente la imposición de una incandescente corona de hierro a un abad del monasterio de San Vicente, por orden de un conde de Lemos, pero con la sustancial diferencia de que la causa de semejante decisión señorial, tiene ORIGEN EN EL RESENTIMIENTO PRODUCIDO POR LA NEGATIVA DE LOS MONJES A SU PRETENSIÓN DE ABRIR UNA PUERTA EN LO ALTO DEL CONVENTO PARA HACER UN PASADIZO QUE LE PERMITIERA EL ACCESO DIRECTO DEL PALACIO A LA IGLESIA. (…)”

 

Por otro lado, es bien conocido que para muchos el móvil de tan trágico suceso fue el siguiente. El Señor o Conde de Lemos tiene que marchar a tierras lejanas para cumplir mandatos reales. Deja a su hija –en algunas versiones, su mujer- al cuidad y amparo del abad de S. Vicente del Pino.

La belleza de la noble enloquece de amor al religioso. Piensa, entonces, en un plan para alcanzar y satisfacer sus deseos carnales. Una vez satisfechos, mata a la bella mujer para que su secreto quede bien guardado. Se dice que una doncella que había presenciado todo ello, e incluso participado en la trama, al llegar el feudal monfortino a la villa, arrepentida, le cuenta lo acontecido.

En algunas versiones como la de Galo Salinas, se comenta que un judío de Monforte fue quien facilitó una pócima al abad para ayudarle a materializar tan macabro plan.

El final de la leyenda es de conocimiento general.

 

Durante nuestras investigaciones, hemos comprobado como en unos documentos que pertenecieron al monasterio de S. Vicente del Pino, y hoy custodiados por una familia particular, se afirma, entre otras muchísimas noticias, la siguiente:

 

         “(margen izquierdo, dice): Parroquias. (luego continua normalmente, diciendo):  Unos mandatos  y brebes del nuncio sobre elpasadiço que el año 1619 se edificó adevoción de los Condes desu casa ala Iglesia y ano de 1621 se derribó y ano de 1623 se intentó queesta casa se lobolbiese a rreedificar y ano 621 se les había buelo y ano de 1626 los mismo Señores Condes, digo el Señor Conde Don Francisco de Castro lo quito del todo y hiço un gran bien aestacasa y Iglesia de redemirla de aquel ympedimiento que tomaba la puerta principal delayglesia ysin costa ni pleyto de su voluntad. (margen izquierdo, dice): ay obligación de encomendar a dios a este S. Señor.”

 

Los VII Condes de Lemos, D. Pedro Fernández de Castro y Dña Catalina de la Cerda y Sandoval, tenían una estupenda relación con los benedictinos monfortinos. Así, de esa manera, los religiosos consintieron que se construyera el pasadizo. Pero, aún a pesar de ello, les era algo muy incómodo.

Finalmente, el VIII Conde de Lemos, D. Francisco Ruiz de Castro, hermano del VII Conde, zanja definitivamente el tema.

Puede que para ello, tuviese influencia la gran admiración que este hombre, D. Francisco, siempre sintiera por la orden de S. Benito. Tras quedar viudo en el año 1623, pensó en retirarse de la vida civil y convertirse en monje. Reflexionó durante unos años y, tras dejar bien arreglado el tema de su sucesión, finalmente, en septiembre de 1629, ingresa en el monasterio de Sahagún, perteneciente a la referida orden de S. Benito.

felipe aira pardo

fotos, jrcasan

 

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